La muestra es un pequeño homenaje a los autores que seleccionó la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, para la exposición que se realizó hace unos años, junto con el Banco de Bilbao en Madrid.
Esta exposición recoge una notable muestra de los autores de dicha exposición, de los cuales hay grandes obras como "Bodegón de la garrafa" 54x65 y "Niño de Vallecas" 48x34 de Benjamín Palencia, "Paisaje Griego" y "Puerto de Capri", de Gregorio Prieto, "San Bernardo, 80" de Amalia Avia 73x60 cm. cuadro que representa la portería del edificio donde vivieron Amalia Avia y Lucio Muñoz, "Jardín" óleo/lienzo de Antonio López Torres 55x45, "Bodegón de los Higos" 37x54 óleo/lienzo de Antonio Guijarro, "D. Quijote pinchando los cueros de vino" 60x90 óleo/lienzo de Ángel Lizcano, "Desnudo" bronce de García Donaire, "Dama y pez" 54x65 óleo/lienzo pintado en Paris por Agustín Úbeda, José Luis Sánchez está representado con un bronce "San Sebastián" 24x18x71 y más obras de Antonio López García, Alberto Sánchez y López Villaseñor.
FIGURACIONES Y REALISMOS EN LA MANCHA
La Mancha no es ya tanto un lugar de origen como una almáciga de sueños donde crece la aventura que acrecienta el soñar del hombre. De lo que Cervantes tiene tanta culpa, habiendo creado un icono universal. La Mancha es realidad y fantasía, una pintura dominada por el ocre y por la vida agreste, donde nace el vino, el aceite y la esperanza, un paisaje llano e inmenso que en el horizonte el cielo besa.
No es azaroso, sino querido. Todos los autores que presenta Marmurán, en esta apuesta de agradecimiento, son originarios de La Mancha, y son más los elementos formales que les diferencian que los que les une. ¿Agradecimiento? A esos autores que, de una forma alegórica o evidente, rinden memoria de la tierra donde vinieron al mundo.
Existe la figuración, pero lo que aquí vamos a encontrar son figuraciones. Y realismo, pero, veremos realismos, no es lo mismo Antonio López, ¡la gran figura!, que su tío López Torres, por mucho que le admire el sobrino; ni Villaseñor que Amalia Avia.
La figuración bizantina, vía Clavé, de Úbeda, ¿en qué se parece al expresionismo colorista de Guijarro o las vistas referenciales de Gregorio Prieto? Palencia siempre fue un innovador, viene de la abstracción matérica y del surrealismo, de la sed creativa y renueva el paisaje, con un expresionismo fauve que le distingue.
En la obra de un autor existen contrastes. ¿Qué tiene que ver el Alberto vallecano con el moscovita? ¿Y Lizcano? Avezado notario de la época y las costumbres. Joaquín Donarie bebe en Roma de lo clásico y lo moderno, colmando el realismo de aire y de vacío. Pintor, ¡no se olvide!, y escultor, preciso desde la madera al bronce. Y siempre de la mano de la figuración, poniéndole e inventándole formas al humanismo.
José Luis Sánchez, el más pagano de los escultores, resulta ser el más espiritual, el que pone alas laicas a los sentimientos más sagrados. No hace escultura cristiana, sino escultura que religa la razón y el alma, engarzando lo mitológico y lo real, haciendo de los torsos griegos ambuezas de naturaleza, traduciendo el lenguaje clásico al de hoy.
La escultura aplicada de José Luis Sánchez es pionera y solidaria. José Luis, desde su juventud, buscó la luz de la razón, la razón de lo que ilumina el pensamiento y sajela el sentimiento. Es ternura envuelta en ironía; es humildad disfrazada de arrogancia: una personalidad distinta. No desdeñaba la elegancia de Fidias, ni el diseño, ni el arte aplicado, ni las joyas, ni las construcciones purísimas con papel sueco ¡Nunca presumió de artista, si de “nosotros”!
Obras que parecen hechas ahora mismo, aunque tengan varias décadas. El arte no pasa, envejece la sociedad y pasa el hombre. Pasan los artistas, pero el arte permanece y crece. ¡Una exposición breve para un espacio pequeño, pero qué importantes estos gestos, estos intentos de mostrar a los ciudadanos cercanos aquellos que tejieron la historia de un territorio y de un tiempo, con vocación de eternidad!
Lo que viene haciendo Ángel Maroto, lo podría hacer otra persona, pero no hay otra, ahora, él es quien se arriesga en empresas culturales, en un medio inhóspito, de espaldas a la cultura. Nadie se ofenda, pero nadie deje de mirar en sus adentros y saber si están llenos de grisalla, blancor o bistre. No me refiero sólo al medio sociocultural de Alcázar, lo que digo ocurre en el mundo, en tantos de sus rincones. En Madrid, Paris y otras ciudades entregadas al turismo de masas y al horror de las industrias culturales.
El ser, para construirse, para vivirse, para vivir, para respirar en libertad requiere de algo más que el entretenimiento, importante, no fundamental, ni excluyente. La industria del ocio es consecuente, pero no se puede confundir con la cultura. Lo que da un libro, un buen film, una pintura o una sinfonía; no lo da el futbol, ni el tapeo, ni un espectáculo. La cultura no es una industria, es la materia incorpórea que eleva al hombre y lo ubica.
¡Qué grande, qué beneficioso, que maravilloso presentar a las nuevas generaciones una alternativa de calidad intelectual! Y decirles que existieron hombres como Alberto, que fundamentó la vanguardia exquisita. O Gregorio Prieto, pintor de la Generación del 27. José Luis Sánchez, Donaire, López Torres, que es más que el nombre de un Museo.
Y qué milagro que en una esquina de La Mancha- ¡eso sí que es una paradoja!- exista un pequeño lugar- ¡Marmurán!- empeñado en demostrar que esta tierra tiene otras riquezas, además del vino, el aceite, el queso y el paisaje.
El ser humano no puede vivir sin creer en algo, lo prueba la última obra de Houellebecq. Es mucho más edificante agarrarse a la cultura, que es comprometerse con la libertad, que entregarse a pasiones irracionales, que nos ponen en manos de otros. ¡Si pensamos, decidimos; si no, deciden otros por nosotros! En el Libro del desasosiego I, Bernardo Soares, por mano de Pessoa, escribe: “¡Benditos quienes no confían su vida a nadie!”
El criterio se construye con pluralidad: inquietud intelectual, búsqueda, sentimiento del arte, afinamiento de la razón, todo ello coadyuva a un pensamiento, una actitud, una forma de desenvolvernos en nuestra vida. Y eso, no lo duden, no es retórica, se hace mejor leyendo, viendo arte, escuchando música, que no impiden otras propuestas de asueto.
El arte no es de oídas, hay que verlo, reverlo, preguntarse, entrar en el conflicto que plantean forma y color; en el placer de observar aquello que lo origina. En el misterio de unas pinceladas que pueden emocionar. Y eso se consigue viendo la obra de Antonio López, aunque sea litografía; y la pintura de Guijarro, y la geografía fantástica de volúmenes y planos de Donaire. Y Palencia, exultante de color, de osadía y de belleza.
Se ha perdido el hábito de visitar galerías de arte, que es empobrecimiento. Encontrarse con propuestas como esta, no es un milagro, pero casi. Y no podemos cerrar los ojos a los chispazos de luz que nos ahorman, porque de lo contrarios acabaremos ciegos, insensibles, robotizados. ¡Sapere aude! Ya lo dijo Horacio, atrévete a pensar, actúa ¡Mira, siente, traspasa la frontera de lo inocuo. Vive la cultura y vivirás más: no en el tiempo, sino en intensidad durante tu existencia!
Tomás Paredes
Presidente de la Asociación Española de Críticos de Arte/AICA Spain
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