La exposición presenta un recorrido por los paisajes vitales de esta artista castellana que ‘creó escuela’. Desarrollando diferentes estilos pictóricos y técnicas, vino y fue del paisaje, se alejó y se acercó hasta desubicarlo, pero el contacto con la naturaleza...
siempre estaba ahí y retornaba al lienzo, a la tabla o al papel de una u otra forma. Bien es verdad que desarrolló otros estilos también con una calidad artística y emocional impecables, como fueron los retratos, de los que se conservan muy pocos, desarrollados a pastel y a carboncillo.
La etapa abstracta, que comienza en el 1992, donde las ataduras estéticas, si alguna vez las tuvo, desaparecen por completo y dejan ese fluir limpio donde no hay fachadas, dobleces ni dobles verdades…; la densidad del silencio, tal y como se denominó en la retrospectiva de 2008 a su última etapa, donde a modo de colofón final, y sin saberlo, trabajó la abstracción, la arquitectura y el paisaje.
Los paisajes de esta última etapa habían alcanzado una madurez excepcional pero, al mismo tiempo y sin ser antagónico, conservaban una vitalidad y frescura adolescentes que todavía nos invade.
Hoy se presenta más de una treintena de obras que fueron ejecutadas a lo largo de toda su vida artística (desde el 1975 hasta el 2005), donde se puede observar gran parte de obra inédita y singular. Se exponen obras únicas en su temática y otras siguiendo los pasos unas de otras convirtiéndose en equipos y grupos de expresión globalizada. Se establecen las obras en un recorrido cronológico desde su asentamiento en Burgos hasta el final…
Fundamentalmente, fue en los años ´80, cuando los paisajes de Camen Nieto Manglano gozaron de reconocido prestigio, fueron galardonados con numerosos premios y como señalaba y a día de hoy todavía lo hace A.L. Bouza “la obra de Carmen Nieto Manglano creó modelo o escuela en el ámbito burgalés, incluso en el de Castilla; […] hasta el punto de llegar a observar cuadros que copian su manera de reflejar el paisaje”.
El universo paisajístico de Carmen Nieto Manglano es, todavía hoy, un reto técnico e interpretativo de gran actualidad y, sobre todo, un acercamiento espiritual al interior de la artista que nos descubre, con el suyo, nuestro propio paisaje vital. Es en la contemplación de sus obras donde podremos extrapolar los vacios, la soledad, la serenidad y el aislamiento, pero también la energía, la intensidad, la vida y el vuelo por encima de las cosas. Todos estos ingredientes hacen que se reconstruyan recuerdos, infantiles o no, del paisaje de Castilla y de los castellanos.
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