40 días en la Frontera, obra y título que lleva la exposición de Amine Asselman (Toulouse, Francia, 1989) dentro del proyecto curatorial The Waiting Room, comisariado por Francisco Porto, representa tres situaciones fronterizas: la angustia (40 días en la frontera), la burocracia cultural (Cultura transfronteriza) y el paso del tiempo (Rock the Frontera).
La propia experiencia del artista al cruzar la frontera entre Marruecos y España – España y Marruecos es crucial en todas sus obras. Volkman en Crossing Borders defiende que Las fronteras se cruzan con facilidad desde los países metropolitanos, mientras que los intentos de entrar desde los llamados países periféricos se enfrentan a unas fronteras burocráticas y a un control policial mucho menos “permeables”.
Las fronteras burocráticas están representadas en Asselman a través de las tres piezas que engloba el proyecto 40 días en la Frontera. La primera frontera burocrática que se plantea son las largas colas multiculturales que se producen diariamente. En la pieza 40 días en la Frontera, Amine transcribe las palabras encontradas en el grupo Por dónde va la cola de la red social Facebook. Las fronteras físicas se transforman en una vivencia personal en la que cada una de las personas que sufren la angustia de la espera comentan su destino. Asselman lo traslada este juego burocrático a un juego de naipes con el dorso bajo dos colores: azul y rojo. El rojo simboliza los días malos y los días azules los días buenos. En la cara de cada una de las cartas y dependiendo del color aparecen las frases que van colgando cada uno de los transeuntes que en ese momento se encuentran en la cola. Un proceso que la mayoría de las veces depende del azar y en otras del haceroso proceso burocrático creándose un múltiple diálogo entre la comunidad que cruza la frontera (ya sean meros turistas o comerciantes).
Cultura transfronteriza, continúa incidiendo en el proceso burocrático en el cual el órgano supervisor cuña el pasaporte una y otra vez formando un mosaico ilegible creado de forma aleatoria. Proceso que en este caso lleva al artista a reproducirlo de forma contínua y constante incidiendo en la problemática de cruzar las líneas imaginarias una y otra vez creadas por ambos países por razones geopolíticas.
No obstante, ¿cuántas veces nos ponemos en la piel del otro?, ¿es realmente un conflicto el cruzar la frontera? y ¿si no existiesen las fronteras eliminaríamos el problema?. Estas son algunas de las preguntas a las que nos invita a comprobar en nuestro mismo cuerpo y mente el artista a través de la pieza Rock the Frontera. Un proceso largo en el que el coleccionista de arte contemporáneo tendrá que pasar para obtener (o no) finalmente la obra llevándonos a una catársis final transfronteriza.
En conclusión, 40 días en la frontera nos trasladará durante 40 días expositivos a una espera que en vez de interminable, angustiosa, desesperante e injusta nos hará repensar como cada uno de nosotros queremos esperar a cruzar.
Francisco Porto
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