Esta exposición reúne varios momentos de mi trayectoria artística ligados al concepto feminismo, que para mí ha cambiado con los años, entendiéndolo ahora como un aspecto específico del respeto general a los derechos humanos.
Se compone de parte de la instalación titulada IRIS, realizada entre 1996 y 1997, compuesta por quince bastidores de bordado de madera, en que he pintado al óleo otras tantas tipologías de iris de mujeres con diferentes enfermedades. Fue expuesta en la galería Cavecanem de Sevilla en 1998 y en el CAAM de Canarias en 2005, aquí formando parte de la colectiva La Costilla Maldita, comisariada por Margarita Aizpuru. Se trata de un trabajo centrado en el tema de la enfermedad como lenguaje del cuerpo (somatizaciones), de conflictos psicológicos y espirituales no resueltos. La instalación es también una metáfora de la situación de la mujer a lo largo de la Historia en el ámbito de lo privado. Por eso, en las obras, los iris están mirando hacia el exterior, hacia el ámbito público.
Por otro lado, se expone un fragmento de la serie Mis partes femenina y masculina se aman, comenzada en 2005 y centrada en la fotografía, que fue expuesta en una colectiva de la galería Dean Proyect de Nueva York comisariada por Juan Ramón Barbancho. Psicológicamente hablando, representa, a nivel simbólico, el matrimonio interior, una unión de tipo espiritual. Creo que para que una persona sea completa, es necesario que su energía femenina y masculina estén armonizadas. Su creación fue también para mí un acto de “psicomagia”, pues a través de ella pretendo alcanzar la anhelada armonización completa, tanto de mi propio ser como del de todos aquellos que la contemplen. En ella subsiste también un juego abierto respecto a los roles de género y a la serie misma, pues aunque se compuso de seis fotografías que son las expuestas hasta ahora, (dos individuales como hombre y dos como mujer, más dos con la integración femenino/masculino), existen algunas más ya realizadas y otras aún por llegar.
En la videoperformance titulada ETIQUETAS, ejecuto una acción que de forma clara y contundente pone en evidencia el despojo de las definiciones y valores estereotipados que se incluyen en todo el espectro de la feminidad, y que se han adjudicado a las mujeres, desde sus acepciones positivas, a las mas negativas, que en definitiva provienen de esa polaridad a la que han sido constreñidas en las culturas patriarcales: la Virgen y la Pecadora, la Esposa y la Madre, la Santa y la Prostituta, la buena y la mala... ETIQUETAS es también para mí un acto ritual de “psicomagia”, en el sentido de que lanzo un mensaje a mi inconsciente y al de los potenciales espectadores para que se liberen de calificativos asumidos y retrógrados que limitan la libertad del ser.
Por último, la serie La Zorra, El Regreso De Un Mito, realizada en 2009, es en realidad una reflexión sobre el significado de determinadas palabras, con tan solo cambiarlas de género, tras observar que en ellas la acepción masculina es neutra, mientras que la femenina se hace notablemente despreciativa. A su vez, existe un juego con el macro héroe justiciero universal llamado El Zorro, que pasará a ser femenino para defender igualmente las injusticias sociales. Concebida la obra como un cartel publicitario cinematográfico, es también un acto de “psicomagia”, por el cual paso a defender, “a muerte”, mis sueños y las causas que me importan: la conservación del medio ambiente y la naturaleza, la libertad, la salud y la calidad de vida para la mayoría y el desarrollo máximo del potencial humano a nivel individual y social.
El uso de la “psicomagia” en mi obra tiene que ver con el entendimiento del inconsciente y el lenguaje de los sueños; más las visiones por medio del chamanismo, que desde 2002 estudio y practico a partir de una primera iniciación con tribus jíbaras en el Amazonas de Ecuador.
Paka Antúnez
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