Pedro de Mena y los Tesoros del Císter ofrece una cuidada selección del valioso patrimonio integrado en los fondos del Museo de Arte Sacro de la Abadía Cisterciense de Santa Ana, que pondera aquellas piezas relevantes por su antigüedad, calidad plástica e interés iconográfico, comprendidas entre los siglos XIII-XVIII.
La intención básica de esta muestra es contextualizar la producción del artista granadino en el conjunto de la Escultura y la Pintura españolas de los Siglos de Oro y, de manera específica, en el entorno del panorama escultórico malagueño del XVII y XVIII. Entre ellas, brillan con luz propia las cinco esculturas —Ecce-Homo, Virgen Dolorosa, Niño Jesús de cuna, Inmaculada Concepción y Virgen del Pilar— relacionadas directamente con su figura y personalísima poética escultórica.
A instancias del obispo Juan Alonso de Moscoso, Catalina de Aguirre —Catalina de la Encarnación, al tomar el hábito— llevaba a cabo, en 1604, la fundación de la Abadía de Santa Ana de Recoletas Bernardas del Císter. Distintos avatares jalonan la trayectoria histórica de las religiosas cistercienses de Santa Ana, hasta el cierre del monasterio en 2009. En este sentido, uno de los atractivos del conjunto monumental de la Abadía de Santa Ana lo constituye, sin duda, el que une su nombre al del escultor granadino Pedro de Mena y Medrano (1628-1688), uno de las nombres destacados de la plástica española del siglo XVII y, sin discusión, el artista más relevante asentado en la ciudad de Málaga durante los siglos del Barroco.
La vida de Mena permanecería ligada al Císter por varias razones. La primera, por cuestión de simple vecindad, pues la inmediata calle de Afligidos albergaría la casa-taller donde el escultor vivió, trabajó intensamente rodeado de sus colaboradores y discípulos y, finalmente, fallecería. Asimismo, tres hijas del escultor fueron monjas profesas cistercienses y en la antigua iglesia de la abadía sería, finalmente, sepultado su cuerpo el 14 de octubre de 1688.
La celebración, en 1988, del III Centenario de la muerte de Pedro de Mena, con un Simposio Nacional y una magna e inolvidable exposición antológica que tuvo como escenario la propia Catedral de Málaga, alentó el deseo de crear un recinto expositivo en el interior del inmueble conventual que permitiese disfrutar a los ciudadanos del espléndido Patrimonio Histórico atesorado por la comunidad cisterciense durante siglos. Gracias a la receptividad, sensibilidad y apoyo incondicional que siempre supo demostrar al proyecto la figura de la Abadesa Perpetua,
Sor María Auxiliadora Mercedes Moreno Ordóñez, en 1997 era ya una feliz realidad el Museo de Arte Sacro de la Abadía Cisterciense de Santa Ana. Gracias a la financiación gestionada al efecto desde el Ayuntamiento de Málaga a través de Promálaga, desde 2007 pudo contarse con una nueva infraestructura expositiva vertebrada en cuatro espacios temáticos hoy temporalmente clausurados
.La presente exposición temporal aspira a introducir de nuevo al visitante en el mundo cerrado, misterioso y prohibido de la clausura, entendida como el escenario natural de la experiencia mística. Perseguida sin descanso por hombres y mujeres entregados a la vida ascética, la función de la imagen sacra jugaría un papel decisivo en la revelación de lo sobre-natural. Su contemplación facilita el deseado encuentro con lo trascendente, al favorecer la meditación y el acercamiento de la persona a lo divino.
En definitiva, toda una fascinante y sugerente «composición de lugar» que nos retrotrae a usos, modos, formas y comportamientos de otras épocas que cobran renovada actualidad, merced a la capacidad evocadora de estas obras que, de manera incesante, nos invitan a experimentar esa grata y privilegiada sensación que sólo puede percibirse cuando el tiempo se detiene
.Pf. DR. JUAN ANTONIO SÁNCHEZ LÓPEZ.
Departamento de Historia del Arteuniversidad de Málaga.
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