Dos personas se conocen y se hacen amigos hace veinte años. Hacen y no hacen nada, sólo son amigos. La casualidad de la coincidencia es parte de su amistad: llevan el mismo apellido pero con orígenes distintos, separados por un océano y varios miles de kilómetros.

El mundo y sus abismos no son nada a su alrededor, hacen y no hacen nada. La risa hace casi todo lo demás, resuelve lo irresoluble.En tiempos donde la productividad se impone como una condición natural, nos convertimos en insatisfechos portadores de disfraces aparentando hiper rendimiento y eficiencia inexistentes. Frente a tal paisaje de armónico desastre, no es fácil no hacer nada, resulta más difícil sentarse a pensar desactivando la productividad, dando paso a la fertilidad del ocio activado por el recreo de la razón.

El humor es un motor incomparable del pensamiento, un detonador de lucidez e intuición, un microscopio para observar la fauna humana y lo soporíferos que podemos llegar a ser. Es curioso pero sobre todo irónico, ver que llevamos ya un siglo chapoteando en las aguas del ready-made mientras lagos, ríos y mares se van secando día con día por todos lados.

Tal vez sería tiempo para dejar de hacer arte o, en el mejor de los casos, hacerlo sin pretender la ambición que implica ser productivo. Hacer sin hacer no es poder, es quehacer. ¡Viva el quehacer del pensamiento! (JH&PH)

La exposición presenta obras de cada uno de los artistas y otras realizadas conjuntamente que han ido conformando la exposición a lo largo de un año de trabajo y veinte de amistad. Dibujos, collages, objetos, ediciones y obra instalada en una producción a dos voces en un movimiento de ida y vuelta entre ciudad de México y París.Jonathan Hernández (México, 1972) | Philippe Hernandez (París, 1968).