Por ELOÍSA OTERO
Pintura a la manera clásica, con polvo mineral, molido fino… Pintura natural. En cada cuadro un horizonte de pigmentos evolucionando lentamente en el espacio-tiempo. Cada una de las telas en las que Juan Rafael ha estado trabajando durante 2016 se ha convertido en un bosque en el que adentrarse de forma pensativa y sensible. Un bosque mineral que remite a mundos vegetales densos en su frondosidad llena de vida, sugerentes en sus inexplorados territorios de luminosidad y umbría. En cada bosque, oscuro en sí, hay una luz, un pensamiento, una emoción remota, un lugar fronterizo más allá de la mirada, entre el cuerpo y el sexto sentido. Construcción y germinación.
A Juan Rafael no le gustan las entrevistas, ni hablar de pintura, como si no supiera qué decir de ella, de la suya, después de hacerla (: “Todo lo que puedo decir está ahí, en cada cuadro”). Y sin embargo, cuando se pone a hablar como quien no quiere la cosa… se explica de maravilla. Y como no puedo decirle que estoy apuntando algunas de las cosas que dice, hago como que estoy a otra tarea en el ordenador mientras él sigue a lo suyo y me cuenta cosas de esta exposición que lleva meses preparando, en su taller oscuro, donde pinta sobre telas grapadas a la pared con la música a todo volumen, armado de pigmentos minerales, agua, látex, cola, rodillos, hilos, espátulas… y maderas de árboles.
“Yo solo quiero pintar. No quiero entrar en teorías sobre la pintura o sobre lo que hago. No quiero elaborar ningún discurso”, dice. Pero cuando reflexiona como para sí sobre cómo se fraguan sus cuadros, pienso que ese proceso se parece a la elaboración de un poema memorable: hay un momento irruptivo, de acción imprevista, seguido de otro momento constructivo, en el que a partir de esa acción, del gesto y del comportamiento de los materiales en determinadas circunstancias de temperatura, humedad… el cuadro va emergiendo. El resultado nunca tiene que ver con una idea previa, surge a partir de una pulsión interna y externa, a partir de su propia plástica productiva y constructiva.
Juan Rafael sigue pintando por las vías del expresionismo y la abstracción más pura, jugando con los pigmentos y las texturas, con el gesto y la espátula, con los hilos y hojas con que ha empezado a entretejer nuevos registros bajo el lienzo (utilizando técnicas del grabado), explorando las sugerencias plásticas de un mundo vegetal y primigenio en busca de un horizonte sensitivo, entre la imaginación y la seductora piel del lienzo.
“…también son polvo los pigmentos vegetales, esos que evolucionan con el tiempo (y el color de la obra varía, o se pierde, porque tiene una evolución biológica). La evolución de los pigmentos minerales, en cambio, es muchísimo más lenta… Por eso no utilizo pigmentos vegetales, porque se deterioran más rápidamente con la luz y con el tiempo…”.
Después de pintar (y puedo afirmar que este artista suda pintando), cuando el cuadro de alguna manera le dice que ya está, Juan Rafael lo desgrapa de la pared, prepara un bastidor de madera, ajusta la tela, la tensa, y vuelve a graparla, esta vez sobre el bastidor. Cada cuadro, como cada bosque, es una obra única en toda su extensión y perspectiva metafórica.
Cuando en 2015 empezó a trabajar en las primeras obras de la serie “Bosques”, el crítico Luis García Martínez, director del departamento de Arte del ILC, apuntó lo siguiente: “Son obras que toman el elemento natural como punto de referencia o partida, se podrían considerar como conceptualizaciones o construcciones mentales de un espacio genérico denominado ‘bosque’. El bosque se convierte curiosamente en el escenario de una realidad interior que el artista proyecta sobre la lona, en su estudio de la ciudad, sin luz natural. El procedimiento es lento pero calculado; los preparativos, las estructuras lineales de cuerdas preparadas para conseguir el efecto necesario en el sistema de frotagge que aplica a la superficie, permite la creación de un hilo conductor y una estructura interior en la serie. El perfecto control de la manufactura y procedimientos técnicos, hace que en sus obras se observe una cierta presencia latente, leve y sutil de un cierto informalismo. Piezas contundentes pictóricamente, de una gran expresividad y fuerza interior”.
¿Bosques? “Aquí no hay figuración, es una figuración de mentiras. En realidad son cuadros abstractos”, afirma Juan Rafael. ¿Y que es la abstracción sino la capacidad de crear, abrir, acceder, condensar, mostrar… una/otra dimensión esencial del pensamiento y la emoción?
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