La sede del Museo Carmen Thyssen Málaga hace que, al valor del contenido, se sume la significación del continente: una ejemplar síntesis de lenguajes donde los edificios históricos, recuperados para este fin, conviven con la moderna arquitectura de las construcciones creadas ex profeso para completar las dotaciones del espacio museístico, que globalmente se presenta como conjunto de carácter unitario y armónico, plenamente identificado, donde tiene cabida al mismo tiempo la singularidad de cada elemento.
Paralelamente, las intervenciones abordadas para el establecimiento del museo ?llevadas a cabo por el estudio de arquitectos rg+asociados y promovidas íntegramente por el Ayuntamiento de Málaga? suponen una puesta en valor del entorno urbano en el que se ubica: un área clave de la arquitectura renacentista malagueña del siglo XVI, asentada sobre la urbe romana e a en la trama musulmana de la ciudad. Las cualidades del espacio arquitectónico propician tanto la atenta mirada hacia el interior, en la contemplación de lo exhibido en sus salas, como una mirada al exterior abierta sobre vistas hasta el momento inéditas del emblemático escenario del casco histórico de Málaga; nuevas perspectivas de la ciudad y de las torres de las iglesias cercanas, incorporadas visualmente al ámbito del museo.
De las edificaciones históricas del conjunto museístico, la de mayor relevancia es el Palacio de Villalón, anteriormente denominado Palacio Mosquera, que data de mediados del siglo XVI y se ubica en la calle Compañía, junto a la plaza de la Constitución de Málaga. Las grandes transformaciones que a lo largo de su dilatada existencia ha sufrido para adaptarse a diferentes usos y gustos de cada época ?la más traumática, en los años sesenta del pasado siglo, con sus aires de modernización que ocultaron los vestigios históricos de la edificación? han demandado actuaciones arquitectónicas de diferente orden para reintegrar a la edificación palaciega el equilibrio espacial que tenía en su origen. A raíz de los estudios realizados, se ha apostado por la recuperación del palacio restituyendo sus trazas originales: se vuelve a formalizar el patio completando el frente oeste desaparecido; se recupera la presencia de arcadas y columnas de mármol ocultas o incluso desaparecidas; se rehace la galería de planta primera de acuerdo con los vestigios encontrados y conforme al modelo de edificaciones similares de la época; se restaura e integra la portada interior de corte renacentista aparecida en la galería de patio de planta baja; se restaura el ajimez sobre la escalera y se recuperan las fachadas originales rehaciendo su portada principal de acceso, también de época renacentista.
Esta portada renacentista recuperada, franqueada por un gran portón de acero corten, marca la entrada al palacio, en el que destaca la riqueza de los techos artesonados y las armaduras de lacería de sus salones, y que se estructura en dos plantas alrededor de un patio principal, con galerías formadas por arcadas y columnas, y un segundo patio que reintegra parte de un antiguo adarve. De él emerge la torre de la iglesia del Santo Cristo de la Salud, que, eliminadas las edificaciones que la ocultaban, queda integrada visualmente en el museo. También se recupera un pequeño torreón cuya fachada permaneció oculta más de un siglo por la edificación contigua, así como un singular elemento inscrito en la construcción medieval, la algorfa, especie de sobrado que comunica dos edificaciones. Este paso, al tiempo que recupera su significado histórico y enmarca la calle sobre la que está construido, pasa a ser un elemento esencial como articulador entre los usos expositivos y administrativos del museo.
El lenguaje contemporáneo de los edificios de nueva planta anexos al palacio se despliega de forma sobria y contenida albergando los cuerpos expositivos, de volúmenes limpios y rotundos, y cuya distribución configura tres salas destinadas a albergar la colección permanente y dos para exposiciones temporales. La feliz coexistencia de las arquitecturas recuperadas y las de nueva construcción se ve reforzada por la cuidadosa elección de los materiales, la utilización de la luz tamizada, con su capacidad evocadora, y la búsqueda de la serenidad en la ordenación de los espacios interiores.
Completando las construcciones recuperadas, un singular edificio del barroco malagueño, adosado a los nuevos volúmenes, se rehabilita para albergar la sede de la Fundación Palacio de Villalón, gestora del museo.
Pero la incorporación de la historia de Málaga al nuevo museo trasciende el hecho de recuperar las citadas edificaciones para remontarse a los orígenes mismos de la ciudad: en los sótanos intercomunicados de los espacios expositivos, el yacimiento de época romana aparecido, que data del siglo III d. C., permite apreciar construcciones propias de la industria de salazones junto a otras de carácter doméstico. Entre estos restos arqueológicos hay que destacar la presencia de un ninfeo con pinturas romanas originales, así como restos de una necrópolis, probablemente de época bizantina.
En cuanto a su extensión, el conjunto del museo cuenta con una superficie total de 7.147 m2, de los cuales 5.185 m2 son de uso expositivo, distribuidos entre la exhibición de la colección permanente ?planta baja, primera y segunda? y las salas para muestras de carácter temporal ?tercera planta?; 612 m2 están ocupados por la Fundación Palacio de Villalón, y 1.350 m2 se destinan a las dependencias administrativas y a los diversos servicios del museo, entre los que se cuentan el aula didáctica, el salón de actos, la tienda o la sección de restauración.
En conjunto, el espacio del museo atiende, tanto desde el punto de vista formal como funcional, a distintas dimensiones: por una parte, la puesta en valor del propio palacio, que se convierte en un elemento museístico en sí mismo; por otra, el diálogo que establecen con él los nuevos espacios para albergar, unos, los contenidos de arte y, otros, los servicios administrativos del museo; junto a ello, el visitante accede a la historia de Málaga a través de las vistas inéditas que ofrece el mismo recorrido expositivo, que, igualmente, integra el yacimiento arqueológico que da acceso a los orígenes de la ciudad.
Desde el Museo Carmen Thyssen Málaga, el valor histórico, estético y simbólico del pasado se hace presente como expresión de respeto a la memoria de la ciudad y se proyecta hacia el futuro en la perspectiva del crecimiento que a distintos niveles supone para Málaga este hito en su patrimonio cultural.
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